La industria de los microprocesadores enfrenta un desafío ambiental cada vez mayor, ya que la demanda de estos componentes esenciales está aumentando a un ritmo sin precedentes. Según un reciente informe, la producción de semiconductores consume ya tanta electricidad como en países enteros, convirtiéndose en un obstáculo significativo para la transición hacia fuentes de energía sostenibles. Esto afecta especialmente a regiones donde las plantas de fabricación son dependientes de combustibles fósiles, como Taiwán y Corea del Sur.

La industria de los microprocesadores enfrenta un desafío ambiental cada vez mayor, ya que la demanda de estos componentes esenciales está aumentando a un ritmo sin precedentes. Según un reciente informe, la producción de semiconductores consume ya tanta electricidad como en países enteros, convirtiéndose en un obstáculo significativo para la transición hacia fuentes de energía sostenibles. Esto afecta especialmente a regiones donde las plantas de fabricación son dependientes de combustibles fósiles, como Taiwán y Corea del Sur.
Para mitigar este impacto, Taiwán ha propuesto aumentar el porcentaje de energía renovable a un 15% en 2025, aunque actualmente solo el 6% de su consumo proviene de fuentes limpias. La falta de suficiente capacidad energética renovable plantea dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo de esta industria.
Además, la presión por fabricar chips que satisfagan la creciente demanda en áreas como la inteligencia artificial y el desarrollo de tecnología verde no muestra signos de disminuir. Con esta presión, el dilema sobre la sostenibilidad en la producción de microprocesadores sigue creciendo, y los fabricantes enfrentan el reto de balancear innovación y sostenibilidad en un contexto de recursos limitados.
Fuente: elpaís.com